viernes, 18 de abril de 2014

Al Cesar lo que es del Cesar y a ...

Este es un país que no deja de asombrame. La República Francesa llego a su estructuración como país tras una revolución en la que rodaron multitud de cabezas. El Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte también tuvo su "vía crucis" hasta conseguir implantar una monarquía moderna y parlamentaria que fuese capaz de distinguir entre poder civil y poder divino. Nuestro país paso hace más de 70 años por una luctuosa experiencia que debería habernos vacunado contra determinadas costumbres.
Y henos aquí, en pleno siglo XXI, asistiendo con la boca abierta a la condecoración de una Virgen con la más alta distinción al mérito policial. ¿Cuál será ese mérito? Resulta paradójico que nuestras fuerzas de seguridad no dispongan de recursos para realizar sus servicios con la debida eficacia mientras gastamos una parte de nuestro presupuesto en "folckloradas" -perdón por la expresión- que no redundan más que en la indignación y el cabreo de miles de ciudadanos que ven como una parte de los recursos que deberían ser destinados a paliar las necesidades de los más débiles se utilizan en actos solemnes de una vacuidad infinita.
¿De verdad piensa el excelentisimo -si ese es su tratamiento- Director General de la Policia que tal mención va a hacer que los ciudadanos de nuestro país se sientan más próximos a sus cuerpos de seguridad? Resulta muy curioso que nadie se tenga que encomendar a un santo, o a una Virgen, para realizar su trabajo con dignidad y eficacia. Luego queremos que desde Europa nos miren con otros ojos que no sean los del estupor y el asombro. Spain is diferent, fue el lema de nuestro país allá por las décadas de los 60 y los 70 del siglo pasado cuando los turistas que venían en busca de sol y playa se llevaban de recuerdo una "muñeca bailaora" o un "toro" de plástico con un buen par de banderillas. Estamos a principios del siglo XXI y no hemos avanzado gran cosa y sino fijense que debemos agradecer a la intercesión de la Virgen el que el número de parados no alcance los 7 millones.
Ver para creer que decía el incrédulo.

domingo, 13 de abril de 2014

Hacia la ciberdependencia y otras reflexiones

  • Vivimos desde hace tiempo en un mundo de siglas, acrónimos y términos técnicos como jamás se había vivido. Quien no tiene una cuenta en Hotmail, Gmail o cualquier distribuidor de correo electrónico, simplemente, no existe. Si no tienes perfil en Facebook, Twitter, Linkedin o cualquiera otra red social, simplemente, no existes. O al menos eso piensa una gran cantidad de gente que dedica, diariamente, un gran esfuerzo por mantener activas sus redes de comunicación social. Sin embargo, ¿tenemos la certeza de que esta frenética actividad en el mundo virtual sea realmente un recurso adecuado para nuestra salud psíquica? ¿No estaremos volviéndonos unos "ciberadeptos", unos "ciberdependientes" que sustituyen determinado tipo de sustancias por otro tipo de estímulos sensoriales que acaban alterando de manera notable nuestra percepción del mundo real?
  • Supongo que en estos momentos las sociedades de especialistas en psiquiatría y los colegios de psicólogos deben tener una catalogación de las nuevas dolencias que este mundo digital está generando. Sin embargo no podemos negar las posibilidades que nos abren las nuevas tecnologías y los avances que, a corto plazo, este mundo cibernético nos deparará. Pero una idea me ronda desde hace tiempo: se hace necesaria una educación tecnológica básica que respete las normas éticas fundamentales y que nos sirva para establecer los nuevos parámetros morales sobre los que debemos construir esta sociedad. Por ese motivo la educación para la ciudadanía necesita de un apartado específico que contemple una "educación para la e-ciudadanía", tanto en el ámbito de la educación obligatoria como en el de la postobligatoria.